SARABIX “Comunión”
Las cosas cambian un montón cuando tienes 20 años, un par de años es un mundo y todo cambia a ritmo vertiginoso. El ritmo se va frenando de manera paulatina y llegas a los 40 y los años pasan rápido por la ventana sin apenas darte cuenta.

Sarabix son una banda joven y en los dos años que han pasado desde su anterior Lp han sufrido un cambio notable. Han perdido un miembro,se han convertido en trío,  han endurecido su sonido y madurado musicalmente, simplificando en cierta manera sus canciones, reduciendo la velocidad y sin obsesionarse por meter 50 cambios en una canción, cuando con 5 está perfecto., Han dejado atrás la inocencia naif del hardcore melódico de sus inicios para adentrarse en terrenos oscuros y emocionales. Supongo que esta maduración que se intuye en el disco la han sufrido a nivel personal, aprendiendo a enfrentarse a las decepciones y los vaivenes que te la vida va soltando en la cara de la mejor manera posible. Aun así mantienen el positivismo de sus inicios de "harcoretismo" melódico con unas letras que evitan caer en el desencanto absoluto y sobretodo unos títulos de canciones increíbles y absurdos y una portada para enmarcar.

Musicalmente su estilo se podría definir como hardcore melódico oscuro y emocional que los emparentaría directamente con Propaghandi, por lo menos es la banda que me viene a la cabeza cuando los escucho, teniendo en cuenta de mi desconocimiento del estilo, ya que es un tipo de música que no escucho generalmente. Pero bueno a día de hoy no tiene mucho sentido esto de las comparaciones, cuando puedes ir al link de abajo y escucharlo tu mismo. En definitiva un buen disco que he escuchado bastante, con un puñado de canciones excelentes, sin duda uno de los mejores discos que han salido por aquí ultimamente, y un soplo de aire fresco para una escena  local con una necesidad urgente de un cambio generacional.



El LADO TURBIO DEL MP3

La gente que me conoce un poco sabe que tengo un lado oscuro. El problema es que no saben, ni se imaginan cuan lejos me dejo llevar por la tinieblas. Tranquilos, por supuesto, no es nada realmente peligroso, ni nada que se salga de la seguridad del hombre blanco de clase media. No me refiero a ninguna actividad de riesgo, al menos físico. Y no, no tengo un secreto demasiado escabroso, no os excitéis demasiado, nada de polvo blanco en aseos de suelo pegajoso y mugriento, ni sexo ilícito en oscuras habitaciones traseras. Me refiero a un secreto más o menos a voces: mi pasión desbocada por la música basura, completamente “uncool”, abrazándola sin complejos y sin ningún tipo de patina sarcástica o irónica. Desde el Emo flequillero adolescente (Pierce the Veil, Panic at The Disco, Paramore...) hasta el R´n´b más pastelón (Brandy, Aaliyah...) pasando por todo tipo de artistas que seguramente te parecerán infumables (Justin Bieber, Bruno Mars, Taylor Swift, Ke$ha,etc..).

A veces, como cualquier adicto, me doy cuenta de que la cosa se esta yendo de madre, y me siento como el yonki recogiendo colillas de las papeleras. O el borracho que va rebañando latas por la calle un domingo por la mañana, a la búsqueda casi siempre infructuosa de esa pequeña mierda que le mantenga en el filo, que te ayude a continuar la caída hasta lo más bajo. Así es como me siento cuando llevo una hora escuchando la lista de éxitos de cualquier emisora comercial, tragando morralla insufrible, a la espera de esa canción que quien sabe porqué motivo me gusta. (En el momento que escribi esto mis colillas o latas calientes musicales eran Taylor Swift, “We´re never ever getting back together” y Justin Bieber,Beauty and the beat”.)

Me refiero a estas canciones de una manera bastante exagerada comparándome con el yonki, el borracho o el Michael Douglas adicto al sexo, más que nada por la opinión general acerca de este tipo de canciones, refiriéndose a ellas como basura de usar y tirar, especialmente en ciertos círculos y escenas “alternativas”. Pero la verdad es que a nivel personal no me supone ningún problema, me dejo llevar por lo que me gusta sin complejos, prejuicios o ataduras. Mi vida esta tan llena de reglas y leyes que debo cumplir para seguir en este lado de la sociedad, en el lado sano, estable, formal, amable, blanco y heterosexual, que porque voy a ponerme trabas a mi mismo en uno de los pocos aspectos que esta sociedad nos deja ser libres. ¿No?

Porque, puestos a elegir que prefiero escuchar, en la burbuja digital esta, en la que todos somos especiales, únicos en nuestros gustos, cuando realmente es todo lo mismo; música es música, tan simple como eso. ¿Que eliges? Saber que esa canción estúpida que sin embargo te gusta, la escucha también el gordinflón con granos que te cruzas todas las mañanas, la vecina del quinto, el albañil del andamio en la radio y la abuela en el coche camino al super. O tal vez prefieres pensar que tus gustos son superiores a todo eso. Quizá seas de los que tus gustos son exquisitos, que solo gente como tu, blanca, de clase media como el 'hipster' de gorro de lana en verano o la chica 'vintage' con gafas falsas pueden entender o compartir. Pues nada, disfruta en tu burbuja pero vamos, si todavía no te ha quedado claro, aquí te dejo con una cita del dramaturgo inglés Dennis Potter, que si lo tenia muy, muy claro y lo expresa infinitamente mejor que yo: 

 “Cuando la gente dice: `Escucha! Están poniendo nuestra canción´ ellos no quieren decir: `Oh nuestra canción, este pequeño pedazo de basura, barata, brillante y sincopada, es lo que sentimos cuando nos conocimos.´ Lo que están diciendo es: `Esa canción me recuerda la tremenda emoción que sentí cuando te conocí´(...) Incluso las canciones más cutres están conectadas directamente con los Salmos de David. Lo que esas canciones dicen es:`Escucha, el mundo no es siempre así, el mundo es algo mejor que todo esto, hay amor en el, estamos tu yo en el, el sol brilla aquí.´ La llamada gente estúpida, la gente simple, la gente sin estudios, tiene una dimensión en sus sentimientos, tan autentica y profunda como la gente con mejor educación del mundo. Y cualquiera que diga algo diferente es un fascista.”


 IAN BREAKWELL
LA VIDA ES DEMASIADO CORTA.


 Vine sin ninguna expectativa a ver la exposición antológica de Ian Breakwell en el De La Warr Pavillion de Bexhill-On-Sea. Era uno de esos días de invierno en los que todo el mundo esta trabajando, el clima es horrible y no me atrevo a irme con la bici por ahí y tampoco me apetece quedarme en casa. Así que lo que hago de vez en cuando es coger un tren e irme a alguno de los pueblos de los alrededores, a dar una vuelta y refugiarme en algún museo. El pabellon De la Warr no es exactamente un museo, seria lo que se llama ahora edificio multidisciplinar. Es un edificio de estética modernista, curvado, sugerente y acogedor, lleno de ventanales que abrazan toda la luz posible que estos cielos grises permiten; y consta de sala de conciertos, cafetería, y un par de salas de exposiciones. “Keep things as they are”, la exposición antología de Ian Breakwell, es la mas completa exhibición de obras del artista y ocupaba ambas salas del edificio.

Ian Breakwell se definía a si mismo como diarista, y aunque su obra abarca todo tipo de disciplinas (pintura, fotografía, collage, instalaciones, narrativa...), sus diarios fueron los que le otorgaron mayor notoriedad y que llevo a cabo hasta sus últimos días, antes de morir de cáncer en 2004. Sus diarios ocupan gran parte de la sala principal, agrupados en grandes murales, formados por una combinación de textos y collages fotográficos. Resultaban interesantes visualmente, agrupados de manera conjunta y con las paginas formando murales, pero era difícil de leer de esa forma y juzgados simplemente como collages, tenían un aire de arte pop, quizá un poco anticuado. 

Sin embargo “BC/AD” (“Before Cancer/After Diagnosis”, antes del cáncer/después de la diagnosis) me impresionó. Esta fue su ultima obra importante antes de morir y lleva su condición de diarista hasta las ultimas consecuencias. La idea es bastante simple: en una habitación a oscuras vemos proyectados primeros planos de la cara del artista desde su infancia hasta sus últimos días; las fotografías se van superponiendo, mezclándose una con la otra. Mientras vemos estos primeros planos de Ian Breakwell, creciendo en las fotos, y yendo hacia una conclusión, inesperada para el en el momento que esas fotos fueron tomadas, escuchamos al propio artista narrando su día a día. Desde los primeros síntomas de la enfermedad, escuchamos en silencio y a oscuras como la respiración se le hace cada vez más débil y difícil, narrando como la enfermedad se va apoderando de todo, sin perder la ironía y con toques de humor, y lleno de momentos de belleza y dignidad. Paulatinamente se hace muy difícil de escuchar, especialmente en los últimos minutos de la narración, en las que los días se repiten, llenos de aburrimiento, del lento ritmo de la enfermedad, de la muerte llamando a la puerta. Tal vez uno de los momentos más sobrecogedores es cuando le escuchamos contarnos, con un débil hilo de voz y una respiración rota, la muerte de su gato que anuncia, como una profecía, lo irreversible. La hora de duración de la proyección ayuda a crear esa atmósfera agónica de una enfermedad terminal, en la que al final solo deseamos por el bien de todos, que acabe el sufrimiento. Quizá se podría acusar al artista de convertir su enfermedad en una especie de exhibicionismo morboso. Pero aunque como ya he dicho, la ultima parte de la narración resulta muy difícil de escuchar, creo que hay un mensaje positivo en esta obra. Tanto en los momentos de belleza y humor, que Ian Breakwell sabe ver en las pequeñas cosas incluso en una situación como la suya, como en la sensación que provoca a quien contempla “BC/AD”. Que sale de vuelta a la realidad lleno de amor por la vida, apreciando cada momento y cada gota de salud, como si pudiera ser el último, apreciando lo que tenemos sin dar nada por sentado. Otro detalle brillante de la instalación es que justo a la entrada podemos leer el poema de BreakwellFifty things worth getting up for”. Leído sin ningún tipo de referencia segun se entra resulta curioso, bonito, pero a la salida, después de haberlo escuchado en el hilo voz del propio autor, luchando con la enfermedad, adquiere una belleza casi mística, existencial.


50 RAZONES PARA SALIR DE LA CAMA
por Ian Breakwell.

Cuando me despierto estoy tumbado y pienso lo que George Brecht me dijo una vez, que nada se gana necesariamente saliendo de la cama. Así que decido que si de manera espontanea puedo nombrar cincuenta cosas por las que merezca la pena levantarse, entonces lo haré. Aquí va:

El cielo azul con estelas de vapor tornándose doradas por la puesta del sol.
Una tela de araña iluminada por detrás en la ventana de la cocina.
Un poste luminoso a media noche en una calle desierta.
El solo de Lionel Hampton en Stardust.
Una Guinness recien puesta, reposando en el bar.
Una mariposa blanca sobre una buddleia purpura.
Mi gata ronrroneando contra mi oído, su respiración en mi cuello.
Mi gata completamente estirada iluminada por el sol.
Un huevo pochado en una tostada de pan de soda
El solo de Clifford Brown en “September Song” de Sarah Vaughan.
El recuerdo de la primera vez que vi reír a Felicity.
El “Yeaaahh!” de Bessie Smith.
Un correlimos recorriendo el filo de una ola.
Un millón de estrellas en la Vía Láctea.
Oscuridad total. Las luces de un coche en lo alto de la colina iluminan un pino en una cortina de luz descendente. De nuevo oscuridad absoluta.
Un gavilán planeando.
Una trucha de mar saltando.
Un cormorán sumergiéndose.
Ganar un set 6-0 sin perder un solo punto. Y solo hace cinco años de esto, ahora no podría ni terminar un juego.
El gato lamiendo leche.
Un atardecer rosa.
Nutrias al amanecer.
Fucsias en flor.
Atardecer en el campo de cricket en el último partido de la temporada. La niebla se adentra lentamente.
Te Earl Grey Oolong.
Miles de aves migratorias girando en el cielo sobre el estuario. Un momento una masa oscura, al siguiente se hace invisible con el reflejo de la luz.
La primera caña de la temporada de pesca.
El sudor enfriándose después de haber hecho el amor.
Hígado de cordero frito con ensalada verde.
Mejillones a la mariniere
Estofado de rape
Los hoyuelos de su espalda
Un mújol gris girando en los bajíos del estuario.
Un cigarro liado de Golden Virginia.
Un largo baño caliente.
Gintonic.
Whisky caliente, limón, clavo y miel.
Un cafe expresso Gaggia.
Una cerveza Marstons Pedigree.
Dúo de mirlos cantando.
El coro del amanecer.
Luna llena sobre el agua.
Ternera a la sal en pan de centeno con mostaza y pepinillo
Un martini dry.
Un passing shot de volea.
Te lapsang Souchong.
Manzanos en flor.
Mi estudio en la luz de la mañana.

Pues eso hace cincuenta y me destapo, pongo los pies al lado de la cama y me pongo de pie.
Cientos de punzadas de luz parpadean delante de mis ojos, la bilis sube
desde mi estomago a mi garganta, y una ola de nauseas me hace sentarme de nuevo en la cama, tragando bocanadas de aire. Y entonces otro dia, como este, empieza.